jueves, 2 de mayo de 2013

Limpieza componentes Super Cil y experimento con ácido fosfórico

Resuelto el problema de la chaveta, bulón ó pasador y localizado ya los repuestos, seguimos con el resto de los componentes.
Las herraduras de freno de la bici son de un material básico, con un cromado mínimo y de calidad, digamos, simple. Los aros de las llantas también tienen picados, aunque este material parece mejor; vamos a lavarlos y a quitar con lija fina los óxidos para dañar lo menos posible el cromado.
Hace unos días Juande ha localizado en las catacumbas de su curro cierto tipo de ácidos. Llevamos meses leyendo y releyendo los tratamientos que se les da a los metales afectados por óxido. Hemos paseado por Polígonos Industriales a ver si localizabamos algún producto y ampliar datos (ideas) que hemos catalogado al respecto. Y no se si no sabemos preguntar ó que las respuestas que nos ofrecen ya las tenemos; no por nada, sino porque antes de preguntar hemos leído y releído, también hemos aprendido de lo que nos han enseñado, entre otros, restauradores, químicos y forjadores.
Sabemos poco, ojo, somos conscientes que la senda acabamos de iniciarla, pero aprender no ocupa lugar -más bien enriquece- y tenemos que aprovechar las posibilidades que nos ofrece el poder comunicar cosas en el sentido bidireccional. Como dicen en India "si tu contento, yo contento". 
Con respecto a los ácidos sabemos que su labor desoxidante en metales es un arma de doble filo, si nos referimos al efecto acción/reacción. La descomposición química con la pérdida enlaces de oxígeno hace vulnerable al metal y por tanto aunque desoxide éste queda debilitado frente a los agentes externos, donde lógicamente la presencia de oxígeno está presente.
Mila probó con el ácido oxálico en los componentes de la Motoretta y el resultado fue bueno (a pesar de cometer del error lapsus -colar aluminio entre los materiales que se sumergieron en él-). A la vista la tenemos la Motoretta y el metal se mantiene intacto. De todas formas a estos metales se les dió una sesión posterior de brillo con pulimentos varios, los cuales -supongo- han creado una capa protectora.
Juande ha realizado un ensayo previo con esta pieza de hierro sumergiendola en el ácido fosfórico descubierto.

Al cabo de unos minutos, la capa de óxido se va diluyendo hasta el punto de dejar el metal pelado.

Por lo que se aprecia este ácido es bastante corrosivo, casi diría que actua con tanta fuerza en el metal como el aguafuerte (ácido clorhídrico) pero menos peligroso. Le comento que tenga cuidado y no mezcle con otros ácidos (él lo sabe, y confío en que no la va a líar parda, pero por precaución se lo comento). Puesto en faena, traerá al local una muestra para hacer ensayos.

Mi idea es probar con algún material sumergiéndolo un rato, luego haremos una pequeña neutralización con agua y posteriormente un bloqueo con bicarbonato sódico que es un base. Probamos con el borde de una varilla de portamantas...

Al manipular ácidos, las pruebas se han de realizar en locales ventilados y con las lógicas medidas de seguridad, léase guantes, espacios amplios suficientes para evitar derrames y si fuera necesario, mascarilla. 
En el caso de este ácido notamos un fuerte olor cuando sumergimos el metal; libera gases en forma de burbujitas activas. 
De hecho el ácido fosfórico en cantidades bajas se utiliza en la elaboración de bebidas no alcohólicas, es un aditivo cuya nomenclatura es E-338

Creo que esa pequeña porción que contiene la bebida refrescante estrella entre sus ingredientes da, en cierto modo, respuesta a la leyenda urbana del poder desoxidante de ésta.
Esta prueba -la de la Coca Cola- ya la hicimos en este  post cuando andaba con los tornillos del guadabarros de la Gacela, dejando constancia con imágenes de su poder no tan milagroso
Sin embargo, cuando al metal le damos un ataque brutal concentrado de este ácido, el resultado es este.

Probamos con los tacos...

 
Manipulamos con mucho cuidado: Guantes y alicates, que por cierto estaban oxidados y quedaron limpios peeerooo al no ponerles un tratamiento neutralizante se recubrieron en un par de días de una fina capa de óxido. Lijamos y aceitamos para protegerlos y se mantienen perfectos.

 Hicimos lo mismo con los tornillos... ¡¡¡inmersión!!!

Neutralización con agua y bicarbonato en disolución. Previamente los habíamos enjuagado bajo el chorro de agua.

  Resultado:


Comparativa:
A la vista queda el resultado que da el tratamiento, eso sí la composición externa de los materiales (a nivel molecular) ha sido alterada y una capa de pulimento (ceras) es necesaria para protegerlo. Hay quien prefiere darle una fina capa de laca (barniz, para hacerlo más estanco, a cambio de una mínima pérdida de brillo). A la tornillería le damos un bañito de grasa ó de aceite también.

Entusiasmados nos lanzamos al espacio sideral y le metemos mano a las manetas y a los pedales.



Pasados unos días, a pesar del tamaño del local, al abrirlo se notaba el aroma que el ácido desprendía. Esto fue a causa de dejarlo en una cubeta al descubierto. Es obvio que los restos del ácido hay que envasarlos y depositarlos cuando acabemos el trabajo en algún punto limpio, ya que es un producto contaminante.

Reciclemos, aprovechemos y reavivemos piezas y bicis, sí... pero no contaminemos el medio ambiente para poner en marcha un vehículo con un impacto ambiental mínimo; sería una paradoja tremenda.

Ya le queda menos a la Super Cil!!



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